lunes, noviembre 28, 2011

LA TRISTEZA DE LA ROSA


Mientras Rajoy dormita y los mercados nos explican desde su propia pestilencia por qué los vampiros se han puesto tan de moda, una sensación de desconcierto, de tristeza, de cierta depresión colectiva, se instala en un PSOE que precisa de una fuerte sacudida, de una descarga de ilusión, de proyecto, de mensaje, que le permita volver a activar a su militancia y a recuperar una frescura que el poder, como suele, le fue marchitando.

Andan más calientes, me temo, que afinadas las redes y las federaciones, y se vive un fuerte desarraigo de las bases con relación a cuadros y baronías en la espera de una señal, de un nombre, de un horizonte, que permita articular de nuevo el esfuerzo común para remar en una dirección determinada y única. Una señal que no va a resultar fruto de una epifanía misteriosa, desde luego, y que tampoco podrá surgir nunca de las tradicionales y enquistadas guerras de familias y sensibilidades que tanto tiempo llevan sangrando a la organización y que tan poco hábiles para recuperar el tono se han demostrado en lugares como Valencia, Murcia o Madrid, donde hubo en su tiempo tanta fuerza y donde hoy se padece una patética incapacidad frente a un PP que con el "modo panzer on" sigue por sus fueros haga lo que haga, diga lo que diga, pase lo que pase. O, no nos hagamos trampas en el solitario, una Cantabria que sin duda juega en campo mucho más difícil, y en la que cuando se tuvieron los triunfos en la mano y se pudo optar por un partido fuerte y cohesionado, no se quiso o no se supo.

Llegan lecciones y lecciones, muchas desde quienes nunca han optado por el PSOE pero parecen haber hecho un máster a su izquierda o su derecha, y que perpetúan algunos lugares comunes que son desmentidos por la tozuda realidad de los hechos. Como la idea de que los votos perdidos lo fueron por sus políticas económicas de cierto tufo liberal y sangraron por la izquierda, frente a los estudios de Demoscopia y otros que nos muestran cómo fue ese centro moderado, ese que se intentaba sostener, el que ha apuntalado con más de un millón y medio de votos trasvasados la victoria del PP. Por el otro lado, una flojera más que evidente en los liderazgos, una mediocridad común a toda Europa y a todo el espectro político en la talla política de quienes deberían ser grandes para afrontar grandes retos, una dubitativa yenka que no daba pie a la confianza, un estallido de indignación social que no se ha podido o sabido entender, si bien, y vistos los movimientos quincemayeros del verano hacia acá en los que se van enrocando en su propia autorreferencia pírrica, tampoco parece que pueda haber un diálogo ni posible ni siquiera deseable. Y que por otro lado consiguió uno de sus grandes objetivos, acabar con el bipartidismo: hoy estamos ante una España monocolor y en la que nadie podrá hacer contrapeso ni fuerte ni débil ni mediopensionista. Pero como todos somos iguales, pues da igual ¿no?

En el horizonte cercano, un primer desafío grande que empujará en dominó a muchos pequeños grandes desafíos: el Congreso Federal y los Congresos Regionales y locales que deberán sucederle en el tiempo. Un horizonte en el que sin duda habrá que plantear algunas cuestiones de las que dependerá que la rosa pueda recibir agua fresca y despertar otra vez lozana en un tiempo razonable o se vaya deshojando poco a poco a lo largo de un tiempo que para nuestro país será demasiado lento y que probablemente traiga más de malo que de bueno (si es que alguna vez son capaces de salir de su silencio y de su parálisis).

1. Hay que aprovechar lo mejor que tiene el Partido hoy, su militancia. Hace falta formación, ilusión, rearme estratégico e ideológico no para un pequeño grupo selecto que vaya a formar parte de los comandos, sino para la tropa entera. Porque necesitamos activar agentes electorales, personas que vivan su proyecto con alegría y compromiso en sus ámbitos profesionales, personales y territoriales, agentes que lleven a su barrio las nuevas y los proyectos y que traigan de su barrio las preocupaciones y la realidad.

2. Hay que conjugar con sabiduría, generosidad, y mirada de futuro retiradas y permanencias, experiencia y novación, a fin de levantar una estructura abierta, flexible y participativa, pero al tiempo fuerte, con un discurso claro, con voces estratégicas y un banquillo nutrido y sólido.

3. Debemos reivindicar lo mejor de la palabra "política" y luchar contra esa desafección social tan justificada tal vez pero fuente también de actitudes totalitarias o iluminadas, de absolutismos y de ira. Frente al tecnócrata, que tiene y debe tener sus espacios de decisión, la figura del político que toma en consideración los diversos puntos de vista, que escucha primero, decide después y explica e ilumina con respeto a la ciudadanía, sin ocultar ni menospreciar. Desde la cercanía y el liderazgo.

4. Hay que profundizar y reivindicar en lo que ha sido la mejor historia del PSOE y de sus decisiones, la lucha encendida por los derechos civiles, las libertades públicas, la igualdad, la justicia social. Y hay que implicarse en el encuentro con un modelo que desde la Socialdemocracia clásica invente, recuerde o articule soluciones de desarrollo y crecimiento particulares y globales que se puedan oponer de manera eficaz a los mercados piratas, las manos invisibles y las artimañas neoliberales, causa por sí mismos de la peor crisis y que sin embargo parecen a punto de ganar la partida sobre nuestras espaldas y contra la mayoría.

5. Hay que establecer un programa, un proyecto, un horizonte, claro, de izquierda democrática, plural e integradora en el sentido europeo, liberal en el sentido anglosajón, celosa pues de las libertades públicas, de la promoción de las personas, de la igualdad de oportunidades, de corrección de injusticias. Y hay que comenzar a caminar con pasos firmes, no importa que lentos, hacia ese proyecto, hay que sumar, no importa si despacio y con mucho trabajo, para ese proyecto. Y hay que hacerlo sabiendo que todos los que queremos empujar lo hacemos con transparencia, apartando a quienes sólo se subieron por el medro particular, remando en la dirección marcada y asumiendo que tal vez al timón estén rostros que no eran los que más nos gustaban, pero que son de los nuestros y por eso tienen que ser también los nuestros.

Alguien dijo que en momentos difíciles, partido partido y partido. Puede ser, pero también partido, ideas, solidaridad y entusiasmo. También escucha, cambio y apertura. Porque el sendero será arduo, pero la aventura merece la pena y por eso no vamos a pararnos, así que compañeras, compañeros ... ¡adelante!


martes, noviembre 22, 2011

PARA SONIA Y PARA BERTO, DESDE EL CIELO DE LOS SETTER


Yo sé que os gusta mucho "La historia interminable" y que por eso me pusisteis el nombre del más entrañable de sus héroes. Por eso sé que sabéis que cuando alguien sueña en algo, con mucha fuerza, se llena de colores nunca inventados y de formas siempre nuevas el País de la Fantasía. Habéis soñado con tanta fe y tantas veces en el Cielo de los Setter, que algún día se hizo realidad. Así que cuando tuve que despedirme de Setterland, volé sin descanso hasta este maravilloso cielo.

A la puerta ponía "Prohibida la entrada a los cazadores". Y también "Deja a la puerta toda tu tristeza". Porque allí no sólo vamos los que tuvimos la oportunidad de ser por algún tiempo felices, también, qué maravilla, los que pensaban que la vida era como la que yo tuve antes de encontraros; una jaula pequeña, gritos, comida escasa, malos tratos, jornadas agotadoras de caza unos pocos días, tremenda soledad el resto del año.

Me recibió un hombre con expresión simpaticorra, miró su lista y dijo "Bienvenido, Atreyu" y con un gesto amable me invitó a pasar. El Cielo de los Setter es extraño. Una pradera gigante rodeada de playas, bosques, roquedales con fuentes y cascadas, ríos, piscinas. Es tan grande que se pierde en la inmensidad. Cada vez que tienes hambre, aparecen a tu lado unas chocolatinas y un filetito de pollo, o lo que más te guste. Cuando tienes sed, se abre el suelo y aparecen manantiales de agua limpia. Y siempre tienes, ¿no lo adivináis? ¡JUGUETES!

A lo largo de estos lugares maravillosos corren felices miles, millones de setters, todos los setter que vivieron alguna vez en la tierra de los hombres. Los que sufrieron tantísimo por culpa de los cazadores y de otros humanos asquerosos, también los que tuvieron familias que los adoraron. Y no lo adivinaréis nunca, pero a todos esos millones de perros felices los cuidan un genio de los bosques que es idéntico idéntico a Berto, y una hada maravillosa que es como Sonia pero con cucurucho. Y por eso los perros saben que pueden vivir seguros hasta que el tiempo de la eternidad se termine.

Cuando vivía encerrado en una jaula giraba y giraba como un loco. ¿Os acordáis de Billy Elliot? Decía en la película que cuando bailaba era "como si desapareciera". Eso me pasaba a mí, cuando giraba era como si desapareciera. Como si la pesadilla se desvaneciera y mi mente viajara a lugares extraños donde los setters éramos felices y libres. Cuando por fin se deshicieron de mí los malditos cazadores y tuve la fortuna de tropezarme con vosotros, y me llevasteis a Setterland y me dijisteis aquello tan bonito de "Sigue el camino de baldosas amarillas" y me prometisteis encontrarme una familia yo me prometí a mí otra cosa diferente: No marcharme de allí nunca, nunca, hasta que tuviera que morirme.

Y dejé de girar porque ya no quería desaparecer. y nunca eché de menos los juguetes, porque descubrí a vuestro lado los bosques y las playas, y pude correr junto a los cachorros de Edel y saltar y saltar riendo con todo el resto de la manada. Y pude tener toda esta vida:


Así que no estéis tristes por no haberme encontrado familia: Mi familia siempre fuisteis vosotros. No estéis tristes porque no tuviera nunca un juguete: Mi juguete fue vuestro amor y vuestro cuidado. No estéis tristes porque me haya marchado de Setterland: Porque estoy en el Cielo de los Setter y aquí me encontré con Pelayo, y con Nikolai, y los tres vamos a cuidaros a toda la manada desde aquí arriba. Hasta que llegue ese momento de encontrarnos de nuevo y millones y millones de perros tengan la oportunidad de gritar a la vez lo que están deseando, eso que yo os digo ahora con todo el amor que me resulta posible:

¡¡¡¡¡¡¡GRACIAS!!!!!!

Vuestro ATREYU, desde el Cielo de los Setter.

miércoles, noviembre 16, 2011

YO NO SOY COMO SHANGAY LILY


Definitivamente no, no soy como Shangay Lily. No soy deslenguado y provocadora, no soy divertida y afilado, no soy actor ni diva. No tengo esa furia que exhalan sus escritos de carácter político y social, ni esa capacidad para los guiños mordaces y cómplices con los que se sube al escenario. No soy capaz de un compromiso abierto las 24 horas. No soy extravagante ni plumífera. No tengo su ternura para los que quiere ni su coraje ante quienes cuestionan su libertad, es también la libertad de muchas y de muchos.

Me encontré con Shangay Lily en las redes sociales, después de haber sido espectador ocasional de algunas de sus apariciones televisivas, de haber leído algunos textos en revistas dirigidas al público lgtb y de haber aprovechado alguna escapada a Madrid para acercarme a los que fueran míticos Shangay Tea Dance. Y comentario a comentario, fui sintiéndome a un tiempo cerca y lejos del peculiar personaje que ha construido, puede que para poder sacar a la calle un corazón que he descubierto en algunos momentos frágil y de fácil daño, ese al que protege con vestimentas y ademanes estrambóticos. Cerca y lejos, porque yo no soy como Shangay. Y por eso me encantan algunas de sus facetas tanto como me horrorizan otras. Y me rinde a veces su ingenio y envidio su pluma más afilada, dañina y transgresora, pero me cuestiono otras sus modos y su exceso. Me conquista con sus argumentos rebeldes y me aleja cuando a veces los equivoca estrepitosamente. Y, no puedo evitar decirlo, no me gusta cuando se mete a literata. Pero sí sé que comparto con él una pasión feroz por la libertad de todos y de todas, una apuesta por una sociedad abierta en la que cada uno podamos ser como nos salga de la punta de la pluma, amar a quien queramos y follar con quien podamos. Comparto su capacidad para ponerse de pie y defender su dignidad contra tirios y troyanas, su convicción de que en cuestión de derechos no son admisibles nunca los pasos atrás. Su férreo gesto de bastión para la defensa de las personas lgtb, un bastión que no vuelva a permitir el paso de los armarios ni de las injurias institucionalizadas.

Se ha convertido Shangay desde hace unos meses, tal vez lo fuera antes ya, en objetivo favorito para los disparos de casi todos. Integristas religiosos y mediáticos, trolls en red y militantes de la caspa, y hasta homosexuales que se indignan por la firmeza de sus valores y acusan a la actriz-divo de ser la causa última del odio social contra los homosexuales porque, al parecer, nos da mala imagen y se piensan que todos somos como ella. Hasta el punto de haber recibido ocasionales amenazas de muerte y sartas constantes de improperios.

Como he dicho, y por si todavía no lo habéis pillado, yo no soy como Shangay. Shangay, su personaje público porque al privado no tengo el honor de habérmelo tropezado, me maravilla y me horroriza a un tiempo. Pero tengo claro que los ataques que recibe son ataques que no me maravillan nada y me horrorizan mucho. En primer lugar, porque siguen la maldita estela de la proscripción de la pluma a la que se han lanzado muchos homosexuales "respetables" y todavía más muchos homosexuales ocultos. Porque sus miedos, su incapacidad para transgredir regla alguna, su imposibilidad para superar ciertas dosis mayores o menores de odio a sí mismos los escupen contra quienes son visibles, más visibles, evidentes, más evidentes. A los que suelen calificar como "mariconas" y "mamarrachas". Y yo a eso no juego. Porque la libertad, la dignidad y los derechos son para todos o no son para nadie. Y porque tengo la suficiente memoria y gratitud como para recordar que fueron las mariconas y las mamarrachas las que nos abrieron las puertas que nos permitieron un día salir a la calle con la cabeza alta. También a las mari-respetables y hasta a las mari-armarias.

Y en segundo lugar, porque Shangay tiene todo el derecho del mundo a elegir quién quiere ser y cómo quiere ser, tiene todo el derecho del mundo a defender sus ideas y sus valores, tiene todo el derecho del mundo a pelear contra los enemigos y a discutir con los adversarios.

No soy como Shangay. No soy irritante ni excesiva, no soy sutil unas mañanas y desvergonzada otras. No juego a transgredir las convenciones binarias del género ni soy capaz de su desparpajo. Pero de alguna manera soy amigo de Shangay, soy amigo de cuanto representa. Y soy capaz de afilarme las uñas a lo Fu Man Chú, de pintármelas de violeta feminista y de arañar a quienes desde su pequeñez y su convencionalidad, desde su incapacidad para el diálogo o el argumento, desde sus prejuicios y sus universos grises, violentan, atacan, insultan y amenazan cada día a esta impagable diva simplemente por ser quien quiere ser y vivir según su elección y sus normas. Porque la libertad de Shangay es también la mía. Y porque la grisura de los "respetables" sería también para mí una vida sin colores.

Y como escribió poco antes de morir en su Facebook Leo, mi Leo, "Colores. La vida son colores". Y plumas añado yo. Así que mi querido señora, Stand By Me.

jueves, noviembre 10, 2011

SE LLAMA MATRIMONIO.


Si el nombre es ya la esencia de la cosa, / como dijo el griego en el Cratilo, / en el nombre de rosa está la rosa / y todo un río en la palabra Nilo (Jorge Luis Borges)

Por pura e innata bondad, prefiero pensar que simplemente quienes otra vez y otra vez y otra vez se revuelven con la cansina cantinela de "pero que no lo llamen matrimonio" están tan pasados de moda en lo que a teorías del lenguaje se refiere como en el resto de sus vidas, modas y comportamientos, a pensar que son necios, malos o ignorantes. Así que los imaginaré más como platónicos que como parabolanos, y me imaginaré que cada vez que pronuncian la palabra río sienten un caudal de agua remojándoles los espaldares.

Tengo una sensación de cansancio, de hartazgo, cuando la precampaña y la campaña, la incapacidad de Mariano Rajoy-Tancredo para hablar con claridad o tomar decisiones, han vuelto a poner en primera línea un debate que debería estar más que agotado, a pesar de la demostrada pasividad e inutilidad de un Tribunal Constitucional que ya tarda más de seis años para tomar una decisión donde otros resolvieron en un par de meses (y por cierto, siempre a favor de las respectivas constitucionalidades del matrimonio igualitario, de la apertura de la institución matrimonial en idénticas condiciones a las parejas del mismo sexo). Un hartazgo que se tiñe de indignación cuando otra vez Sánchez Camacho y probeta, Durán y Lérida, Vidal Quadras y su vocecilla de vicetiple, y la larga patulea de opinantes y desinformantes asociados al fanatismo más sectario e interesado vuelven a bramar "reconocimiento sí, pero que no llamen matrimonio". Mientras por las redes y medios vuelven a aparecer los doctores en Filología que pretenden dar valor de ley a la etimología de las palabras y potestad legislativa a la Real Academia de la Lengua, entre falta de ortografía y falta de ortografía, por cierto.

No hay problema alguno con el nombre para quien no tiene otros problemas bien diferentes en su cabeza y en su mochilita de los prejuicios surtidos. En primer lugar porque cuando sacralizan la palabra matrimonio lo hacen aludiendo a una institución religiosa que nada tiene que ver con las leyes civiles de nuestro país. Y es que, y para que se enteren de una vez y si les da la gana, en España sólo hay un modelo de matrimonio, el civil, a pesar de que por razones históricas se reconozcan efectos civiles a los ritos matrimoniales católicos (y otros). Y las exigencias del matrimonio civil para la plena validez del contrato nada tienen que ver ni con madres ni con fertilidades ni con obligaciones parturientas intrínsecas. Torpe, pues, la alusión a la madre. Y más cuando la sacralizada palabra matrimonium ni siquiera tiene una interpretación etimológica unívoca; todavía más, no era la utilizada en el Derecho Romano, donde se hablaba de comunidad de responsabilidades o de edad núbil pero nunca de madres ni de disociaciones de género. Coniugium o Connubium. Torpe y más, cuando se quiere apoyar en el fantasioso e impreciso Derecho Natural una supuesta referencia a la madre que haría universal la necesidad de que ésta existiera dentro de la unión matrimonial. Cuando la realidad es que las palabras que traduciríamos de otras lenguas a las nuestras como matrimonio no hacen alusión alguna a la tan traída, llevada e indispensable fémina. Y de nuevo hacen alusión a ideas como convivencia, edad, felicidad, hogar, ...

Torpe e interesada la alusión a las esencias lingüísticas de quienes ignoran una institucion tan importante e interesante en la vida de las palabras como es la del cambio semántico, que nos muestra a lo largo del tiempo cómo las palabras se han ido cargando de nuevos significados, han perdido otros, y hasta han modificado el principal sin que Júpiter o Jehová envíen tormenta o diluvio contra la pérfida humanidad que se atreve de tanto en tanto a hacer trabajar a los lexicógrafos.

Torpe y estúpida la conversión de la Real Academia de la Lengua y de su diccionario en fuente de Derecho. En contra de lo que el propio Código Civil establece de manera taxativa, en contra de la potestad legislativa que también de forma tasada establece la Constitución y que se olvidó de los académicos de la lengua. En contra de lo que es la propia esencia y función de la RAE, en contra de lo que ya han modificado otros diccionarios de referencia en sus últimas ediciones, como ya ha ocurrido en el María Moliner, o en los diccionarios de las academias catalana y gallega para sus respectivos idiomas.

No, don Mariano, no señoras y señores, no monseñores. No se trata de un problema nominal, cuando ustedes se han opuesto con igual ferocidad al establecimiento de uniones civiles allí donde han tenido la oportunidad, cuando ustedes se han opuesto a la equiparación de esas uniones o sobre todo a que se pueda legislar la adopción compartida para una pareja del mismo sexo (elevando al absurdo un sistema legal en el que una persona soltera puede adoptar desde 1987). No. Se trata de sus prejuicios interesados e injustos, se trata de quieren vivir en una nube privilegiada en la que cabría admitir con gesto de asco ciertas formalidades para que las pobres bolleras y los desvalidos maricones puedan jugar a las casitas sin molestar a la gente decente. A esa gente decente que ustedes identifican sólo con ustedes mismos y que debería tener instituciones de primera división en las que no se abriera la puerta a quienes no sienten como ustedes y que deberían estar felices en su ghetto jurídico de hecho.

Ya sé que no van a parar nunca de injuriar y de cuestionar, de enredar y de enturbiar. Pero con voz alta y clara: Porque así lo dice la ley española, porque esa ley es plenamente acorde con la Constitución y con el sistema vigente, porque cada vez más países apuestan por el matrimonio igualitario para las parejas del mismo sexo, incluso después de haberse aventurado por las aguas de las uniones, porque los diccionarios y los hablantes hemos ido modificando los usos lingüísticos, porque así lo piensa la mayor parte de la población española. Se llama matrimonio. Coño.


miércoles, noviembre 09, 2011

EN CAMPAÑA



En un tiempo difícil, en una atmósfera enrarecida que algunos se han ido encargando de crispar a lo largo de los dos legislaturas presididas por José Luis Rodríguez Zapatero, la ciudadanía española ha sido convocada, con unos pocos meses de adelanto sobre el calendario previsto, a las urnas el próximo 20 de noviembre. Unas elecciones generales bajo la Espada de Damocles de una crisis y una recesión que golpea con dureza y diversos indicadores a la vieja Europa y que en España ha puesto de manifiesto algunas de las más endebles pilastras de un sistema económico dependiente y gris. Un mercado de empleo inestable y vertiginoso que crea o destruye empleo a lo loco, una economía sumergida que nos roba a todos cotizaciones e impuestos, una especulación financiera y una corrupción política que se han paseado de la mano, unas clases pudientes insolidarias, más insolidarias que en otros países. Y todo dentro de una Unión Europea que sigue sin saber muy bien por dónde pegan los puños y sobre todo cómo escabullirse sin gran daño de la pelea, asesorada por los fantasmales dioses de los mercados y sus sacerdotisas, las agencias de calificación de deuda, que animaron las políticas y decisiones que llevaron a la explosión de la burbuja y que hoy son incapaces de controlar el río de basura que generaron. O que en realidad no tienen interés alguno en frenarlo, porque del barrizal continúan extrayendo pingües y particulares beneficios.

En esta breve campaña que ha venido precedida de una pre-campaña de ocho años, desde que algunos decidieron que se les había robado un poder que por voluntad divina les correspondía con malas artes (llegaron a hablar de un golpe de estado, llegaron en su miseria a identificar a Rodríguez Zapatero con los terroristas de ETA), ya teníamos pocas esperanzas. El pescado parecía vendido desde las autonómicas y municipales, y los voceros de la peor España, esos presuntos periodistas del Tintorro Party, llevaban mucho tiempo afilando garras y colmillos para insultar y mentir con la impunidad habitual pero aún con mayor saña. Y desde su intolerante y zafia irresponsabilidad (o de su búsqueda del medro y el interés) han atizado hasta que una buena parte de la población hispana ande por la calle cabreada, dispuesta a saltar a la yugular, huérfana de argumentos o razones pero pletórica de prejuicios, mentiras, datos manipulados y deseos de machacar a quien no suscriba sus exabruptos, ahora ya sí emitidos en voz alta y con mirada desafiante en cafeterías y transportes públicos, mirando con arrogancia alrededor para complacerse al ver que algunos asienten y otros simplemente evitan la jugada y miran el fondo de la taza como si en los posos del café se encontraran las páginas más jugosas de la historia de la literatura universal.

Junto a ellos, políticos de toda chaqueta que prefieren la descalificación, el choque barriobajero, a la exposición de sus proyectos y de sus soluciones. Unos proyectos tan en segundo plano que podríamos votar en unos días con mayoría absoluta por un candidato del que sólo sabemos que oculta mucho y dice nada. Unos políticos convertidos en esos macarras de la moral que cantaba Serrat y de los que poco se puede esperar, por mucho que apelen a un consenso y una unidad nacional que han reventado de forma sistemática cuando desde la oposición les tocaba a ellos empujar y colaborar.

Imagino que pocos lectores del blog tengan duda alguna acerca de la filiación política de quien lo firma. Siempre desde una cierta distancia, siempre desde una actitud crítica que a veces se apunta y otras se calla en nombre de la lealtad y desde el deseo de no dar cuartos al pregonero en un momento en el que desde luego no pintan demasiado bien las cosas para el PSOE, ni para el de España ni para el de Cantabria. Un momento por eso mismo para arrimar el hombro y para tratar de que el mejor candidato de los que se presentan y el proyecto más serio de gobierno de los que comparecen ante los ciudadanos puedan iniciar su rumbo. Aunque pinten bastos, aunque sea consciente de muchos errores que para mí no terminan de empañar muchos y definitivos aciertos. Aunque considere que el PSOE necesita reinventarse y recuperar el discurso ideológico y la cercanía a la calle que durante mucho tiempo fueron sus mejores armas y que han sido en cierto modo apartados por la burocracia y los currículos internos.

No me gusta, definitivamente no me gusta, el tono agresivo, soez, injurioso con el que inundan medios, mítines y redes quienes se quieren ya ganadores absolutos. Me indigna su ensañamiento contra cualquier exposición de ideas, mensajes o pensamientos que no sigan su cuadriculado cuaderno de consignas. Me preocupa que esos escupefactos anónimos que están inficionando desde su cobardía los que deberían ser espacios para el debate, la reflexión, la discusión y el intercambio, que esos mismos puedan vivir en mi barrio o desayunar en mi cafetería acostumbrada.

Pero a pesar de todo, sigo intentando emitir un discurso positivo. Porque cuando me afilié, en otro tiempo complicado, al Partido Socialista lo hice desde el convencimiento de que en su ideario me encontraba cómodo y desde sus filas se defendían valores y horizontes que me importan, desde el corazón y la razón a un tiempo. Y porque no me ha decepcionado, no demasiado. Porque considero que Rubalcaba, Alfredo Pérez Rubalcaba, @conRubalcaba es de las opciones posibles la que mejor puede manejar el timón de un barco agitándose en una furiosa tormenta, y porque considero que es serio en su lema de "Escuchar, hacer, explicar". Hay cambios importantes, necesarios, algunos imprescindibles; muchos de ellos están en el proyecto que encabeza Rubalcaba. Pero sobre todo, valoro la serenidad y la capacidad, la disponibilidad y la autocrítica. Pelea por lo que quieres, me han pedido. Y en medio de una cierta crisis personal que sigue sin darme toda la energía que debería, lo estoy haciendo, en las redes y en la calle. Porque es mucho lo que yo, mis amigos, mi gente, Cantabria, España se juegan el día 20. Y ojalá suceda que esa noche Alfredo Pérez Rubalcaba pueda comparecer ante las cámaras para dar las gracias a españolas y españoles por su apoyo, un apoyo que le permitiría iniciar conversaciones para formar gobierno.

Desde esta habitación desordenada, en campaña para que suceda.

martes, noviembre 01, 2011

LA MUERTE Y LA MEMORIA


Dicen que no morimos mientras alguien nos recuerda. Dicen que gira nuestra existencia en torno a Tánathos, La Muerte. Dicen que nuestras uñas o nuestro cabello dan testimonio constante de cómo el paso del tiempo nos aniquila sin pausa pero sin prisa. Que amar es también escribir el preludio de la ausencia.

Cada cultura, cada edad, cada persona se han visto obligadas a inventar ritos y mitos para que la certeza del fin no pudiera aniquilar su alegría ni detener su reloj. Obligadas a dar un espacio a sus muertos desde el que compartir la memoria, a esos cuerpos archivados en las cavernas paleolíticvas, con la cabeza y las extremidades seccionadas para que el alma del pariente no se escabullera en forma de fantasma, y que compartían hogar y familia. A las figuras votivas que se reunían en los altares dedicados a los pequeños espíritus familiares. A los restos inhumados en toscos cementerios o abandonados en panteones de vanidad y mármol. A las cenizas que han volado hacia el viento o se han confundido con el agua. A las aves soberbias que volaron tras devorar las entrañas de los caídos y transportaron sus almas a los cielos.

Es posible que siempre escribamos sobre la pérdida, que siempre hablemos de la pérdida, que nos conmuevan los relatos acerca de quienes se marcharon y nos desconcierten las preguntas acerca de lo que pueda suceder más allá de las puertas custodiadas por Cerbero. Que incluso en el humor sigamos rindiendo un peculiar homenaje.

Recuerdo fragmentos de poemas, de películas, de novelas en los que se hace presente la avaricia de los muertos, su necesidad de atraernos con sus cantos de lúgubre sirena, para que no los abandonemos, para que nunca dejemos de pronunciar su nombre o de sostener su mano. Para que seamos el ancla que los clava contra el suelo de aquellos a los que quisieron. Recuerdo a Antígona arrojando un puñado de tierra para salvar la eternidad del hermano, dando forma escueta al rito necesario. Recuerdo al viejo judío que retrató Muñoz Molina en Sefarad, desolado en el claro de bosque donde una vez hubo un pequeño campo de concentración, ese en el que su esposa y sus hijas descubrieron el terrible rostro de la muerte, ese del que ya nadie recuerda siquiera el nombre. Ese hombre derrumbado porque piensa que cuando él muera, nada quedará de las que tanto amó, ni siquiera su muerte. Recuerdo el ácido e impenitente humor cabaretero de Harvey Fienstein explicando en Trilogía de Nueva York a su guapísimo novio que los judíos ocultan los espejos "para no ver el dolor de nuestro rostro reflejado" y se sientan, de nuevo el rito, en duros taburetes "para que haya dolor en nuestro rostro".

Recuerdo, claro, con la sonrisa de fiesta en sus amados rostros, a mis muertos. A los que reposan en la tierra, o en compañía de los suyos en el panteón con vistas al mar de la foto. A los que se hicieron ceniza. A esos que están cada día conmigo, porque soy también todo lo que me dieron, y a los que recuerdo también hoy, a pesar de que haya quien encuentre ridículas las memorias institucionales, y a quienes hoy, en compañía de mi madre y mis hermanas, acerqué unas flores. A esos nombres, Rosalina, Alberto, Chavita, Lander, Leo, que más allá de unas letras o unas fotos o un dolor clavado con saña, laten cada vez que mi corazón se empeña en sus rítmicos golpes. Que viven conmigo.

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