martes, enero 31, 2012

ICONOS DEL ARTE Y LA BLASFEMIA


Desde que decidieron organizarse a la manera de esas redes feministas o lgtb que tanto tanto detestan, desde que aprendieron de los think tanks ultraconservadores de Estados Unidos, desde que decidieron invertir dinerales en profesionales del agit-prop en red, se ha convertido en el pan de cada día el ataque a toda obra de creación, a toda mirada que no se adapte a sus estrechos y estrictos cánones, desde aquellos sectores que con claridad descriptiva podríamos definir como fanáticos religiosos. Que se crecen además con su amplia influencia mediática y con esa furia propagandística que les supone tener miles de voces cada semana ante un público cada vez más menguado pero también más enfadado y menos crítico.

En julio en Mérida y de nuevo ahora en Madrid, en el Teatro Español, escuchamos su griterío contra una foto, una simple foto, de una exposición que trata de recrear la historia del Festival de Teatro Clásico de Mérida entre bambalinas. Y que se ha atrevido a incluir una instantánea del actor Asier Etxeandia desnudo, porque suele ser necesario estar desnudo cuando han de maquillarte de cuerpo entero, con una imagen de una obra de arte, el Cristo de Velázquez en la mano, porque se le estaba maquillando para representar en un montaje la figura de un Cristo, y habían decidido tener ese genial y universal icono velazqueño como modelo. Oh, blasfemia.

Nada nuevo bajo el sol. Blasfemia gritaron en Granada a Los ballets del S.XX de Maurice Bèjart cuando bailaron un bellísimo pas de deux titulado "Juan y Teresa", que habla del fuego, de la pasión, del misticismo, a través de la recreación que de sus poemas realizara el genial coreógrafo. Grito al que por supuesto siguió el de "maricones" cuando el mismo ballet puso en escena una de sus más brillantes y celebradas coreografías, la centrada en El Bolero de Maurice Ravel. Blasfemia gritaron contra esos "intelectuales de mierda" a los que escupían mientras intentaban acceder a una representación de Leo Bassi en la que no pasaba lo que sus interesadas y fanáticas fuentes les habían contado. En muchas ciudades. Bomba mediante en uno de los camerinos.

Tenía pendiente esta reflexión desde julio, en la que tras el guirigay de Mérida se me ocurrió bromear en mi cuenta de Twitter diciendo que le iba a enviar al obispo de Santander un ejemplar de mi último libro de poemas. Seguro que encontraría allí, decía, algo más que suficiente para un anatema contra mi persona y mis versos que me garantizaría un estupendo incremento de ventas. Y allá que aparecieron al cuello (uno de los primeros síntomas del fanático es su absoluta falta de sentido del humor, siquiera de la ironía) como huargos hambrientos de la Tierra Media. Acusando de una perversa intención de herir creencias y susceptibilidades, una obsesión enfermiza por provocar, que no está en poemas como Nínive o Martirio de San Sebastián o Stabat Mater. Entre otras cosas porque esos poemas no hablan de ellos, sino de mí, de mi vida, de mis emociones, alegrías y dolores, y de aquellos elementos culturales con los que me fui forjando y formando como soy. Y que tampoco están, por idénticas razones, en ninguna de las obras citadas. Bueno, sí, en la de Leo Bassi. Que al fin y al cabo es un payaso en la mejor tradición del bufón y de la comedia del arte, y que tiene como horizonte único rozar los límites de la provocación contra el poder, contra todo poder. Eso es un bufón.

Quizás falta entender (o falta capacidad para entender) que hace ya muchos años que el perfil romántico del artista genial, entendiendo genio como generador de universos y mundos nuevos, cayó en desuso tras las vanguardias históricas. Que la percepción hoy del artista es sobre todo la de un transformador de códigos, que se apropia de la realidad y la adapta a sus propios deseos y fantasmas. Algo, la labor de apropiación y adaptación de símbolos, que ha sido connatural a todo arte y todo artista en todo tiempo. Con escándalo de las furias biempensantes a veces, con la complacencia de esos mismos poderes cuando estaban menos fanatizados y más cultivados.

Y es que la historia de la cultura, la historia de las civilizaciones, la historia de nuestra propia vida y referencias, nos dota de un repertorio de iconos y de significados que tratamos de reconstruir y de contar de nuevo en nuestro trabajo. Durante los siglos, la divinidad de Venus fue disculpa para el desnudo femenino, como la santidad de San Sebastián se convirtió en icono del desnudo joven y masculino, y acabó convirtiéndose en un icono clásico de la cultura gay. Por muchas razones y más que evidentes. El triunfo de los dioses, de los héroes y de los santos nos refiere de inmediato a la construcción de mitos con los que intentamos explicar el mundo. Cuando el artista prefiere explicar su mundo a explicar el mundo, tarea que es ésta del filósofo o del científico, de nuevo roba los mitos que se construyeron y se universalizaron, de alguna manera se objetivizaron, por parte de todas y cada una de las religiones, por todas y cada una de las artes, por todos y cada uno de los tratados de historia, las ciudades, la naturaleza, y cuanto ladrillo tomó parte de la edificación que nos dotó de personalidad propia. No podemos explicar el mundo, no podemos adentrarnos en nuestros fantasmas, sin las palabras, las imágenes, los sonidos, las formas que nos conmovieron o nos horrorizaron. Y por eso nos fascinan, cargadas a un tiempo de viejos y nuevos significados, los iconos culturales que se encuentran en la base de nuestros trabajos. Por eso adquieren esos mismos iconos una fuerza especial, que el lector o el espectador hacen también suya, y que permite establecer un fructífero diálogo entre el creador, la obra y el público. Nada hay de blasfemia, de provocación ni de ofensa más allá de la que cada uno quiera intencionalmente tropezarse en un mundo que desde sus limitaciones percibirá siempre como hostil y oscuro, mientras musita por las calles eso de líbrame, Señor, del Enemigo malo.

Sólo hay imágenes hermosas, sutiles, oscuras, bellas, delicadas, frías, violentas, dolorosas, cargadas de sentidos, que aprendemos paso a paso a hacer de nuevo nuestras. Como cuando por vez primera, en una epifanía luminosa, llena de voces, las tropezamos, quién sabe dónde, por vez primera.


lunes, enero 23, 2012

POR LA FORMACIÓN AL ACTIVISMO


Inmersos como estamos en un proceso interno para la renovación de nuestros órganos y para la revitalización de nuestras propuestas y nuestra credibilidad, espero que me perdonéis los habituales que en estos días dé un poco de espacio a reflexiones que tienen más que ver con el "dentro" del PSOE y que como militante me parece oportuno compartir. Os compensaré publicando con más regularidad que en los últimos meses y con algún nuevo y divertido momento estelar. Palabrita del Niño Jesús.

Basta mirar la historia del Partido Socialista español para darse cuenta de que una de las obsesiones fundacionales fue la formación de los militantes. Formación en un doble sentido, por un lado en un sentido general, como herramienta para que la clase trabajadora pudiera encontrar un camino de promoción social y de mejora de sus condiciones laborales, pero formación también desde el punto de vista de dotar de bagaje ideológico e identitario a los militantes, y de instruirlos en la acción política.

Con la, a mi juicio muy muy negativa, profesionalización de la política hasta acercarse a esa idea de casta que denunciaban los quincemayeros o de "democracia oligárquica" que formulan los politólogos, se han relegado las estrategias de formación a una práctica nada. De tal manera que hoy en el PSOE, y no sólo, hay más estrategia, personalismo y narración que activismo, organización e ideas.

Sí, claro, por supuesto que existen fundaciones y think tanks que, sin embargo, tienen más que ver con el mantenimiento del statu quo oligárquico que con una promoción real e integradora de la militancia. Excesivamente centralizadas (porque por mucho que queramos este país sigue siendo notablemente centralista), excesivamente autorreferenciales y circulares, muchas de las buenas propuestas se agotan en sí mismas y acaban por ser poco más que un dispendio o una disculpa para justificar cuadros y gastos.

Entre los desafíos que para mí son hoy esenciales para que el PSOE, en España y en Cantabria, desarrollen un proyecto con solución de futuro, uno es la formación. El diseño de cursos básicos, esenciales, capaces de generar encuentro entre la militancia, formación, asentamiento de las ideas socialdemócratas y de herramientas de acción y comunicación política y que pueda llegar hasta las más apartadas agrupaciones. La génesis de cursos especializados y de foros de reflexión pública acerca de cuestiones de actualidad y de los desafíos de la Socialdemocracia y del estado del bienestar en este confuso arranque del siglo XXI. La extensión de la formación por todo el estado en forma de tela de araña, que no tenga que pasar necesariamente por Madrid, que no privilegie necesariamente a las estructuras centrales y que dé opción a crecer y a construir , a la militancia de todos los territorios. Y en toda esta dinámica, la creación de foros que sirvan como punto de encuentro, para confraternizar, para conocer y reconocer a los compañeros y compañeras, pero también para aproximar a simpatizantes y posibles colaboradores a una dinámica menos agresiva, menos llena de gresca por el poder que las que habitualmente mostramos.

Es necesario hacer simpatizantes de los neutrales, afiliados de los simpatizantes, militantes de los simpatizantes, activistas de los militantes. Es necesario perder el miedo y formar agentes sociales que se conviertan en portavoces y oídos privilegiados ante la calle y en las redes de las ideas que soñamos y que sueñan, para poder construir, recuperar, entre todos, sumando, trabajando, escuchando, aprendiendo, proponiendo, defendiendo, explicando, ese bienestar común que una vez parecimos alcanzar y que hoy se va degradando. Y para eso, necesitamos formación, formación y formación. Pero sobre todo, formación.

viernes, enero 20, 2012

DE CAMINO HACIA LA IZQUIERDA


Va llenando los días de enero el proceso de elección de delegados al 38 Congreso Federal del Partido Socialista Obrero Español. Un congreso que se va a celebrar en Sevilla en un clima de desconcierto, con un partido todavía noqueado por los pésimos resultados de mayo y de noviembre, alarmado por la consolidación de un gobierno que tiene como principal objetivo el desmantelamiento del estado del bienestar, acobardado ante un futuro incierto. Pero como siempre está el contrapeso positivo, muchos militantes estamos viviendo la aventura como una oportunidad, una oportunidad para el rearme ideológico, para la apertura del partido, para una limpieza que permita renovar la credibilidad, para un nuevo pacto, un nuevo diálogo hacia un nuevo encuentro con la sociedad real, con las redes, con la calle.

No resulta, por desgracia, sorprendente la constatación de lo poco asentados que están en nuestros corazones y en nuestros modos los valores democráticos, de cuánto nos cuesta entender que quienes formamos parte de un mismo partido compartimos idea, proyecto, futuro, pero que legítimamente podemos discrepar en algunos puntos del mismo, en las estrategias para alcanzarlo, en las personas idóneas para encarnarlo. Y así federación a federación vamos observando un debate tejido en claves territoriales y de oportunidad en no pocas ocasiones, que parece más preocupado por colocar peones en buena posición que por abrir mente y siglas. Supongo que es mucho más difícil entrar en el terreno de las ideas, pero a veces alarma escuchar a compañeras y compañeros, contra Rubalcaba o contra Chacón, argumentos que parecen recién sacados de alguna tertulia de la cope o de interlobotomía. A algunos, les falta convocar a un nuevo boicot contra los productos catalanes para redondear su inquina.

Da igual, debería dar igual, si el PSOE es capaz en Sevilla de optar por la candidatura más solvente, y si la nueva dirección tiene voluntad y capacidad para liderar, para sellar heridas y para integrar voces desde la lealtad y la responsabilidad. Si así es, el congreso será la oportunidad, será el impulso hacia un nuevo viaje y una nueva fortaleza; si no, tiempo perdido y alborozo para el facherío. Un alborozo que la ciudadanía española no puede permitirse.

Entre los nuevos desafíos, encontrar estructuras y caminos que nos permitan aprovechar la experiencia de los dirigentes que han ido quemando etapas de manera que no perdamos su experiencia y su sabiduría sin necesidad de que se conviertan en una infinita perpetuación en el poder. Otro desafío, regresar a la calle, salir de los absurdos círculos autorreferentes y establecer mecanismos para la acción y para la escucha, tanto en los espacios públicos, como en los medios como en las redes sociales y ese reino de internet en constante cambio y que supone la principal vía de información y participación de las generaciones jóvenes. Más, la apuesta contundente, radical, exigente e implacable contra la corrupción, el transfuguismo y la fontanería, tres patas de una banqueta que ha conseguido levantar indignación o en el mejor de los casos indiferencia en una buena parte de la sociedad. Más, el rearme moral e ideológico, con el que el PSOE debería ser una de las referencias y uno de los motores del fortalecimiento de una Socialdemocracia internacional capaz de encabezar un modelo social diferente al del capitalismo neoliberal triunfante en vez de agachar la testuz para adaptarse a los caprichos del mercado. Más, descentralización y presencia constante en todo el país, en cada ciudad, en cada territorio, para que la cercanía compense la cuarentena interesada a la que nos someten la mayoría de los medios. Más todavía, apuesta por la formación para que haya militantes formados, entusiasmados, motivados capaces de difundir y defender, con formatos de cursos, jornadas de debate que sirvan además de punto de encuentro para hombres y mujeres progresistas que sepan poner ladrillo a ladrillo los cimientos de un nuevo contrato social, de un recuperado estado del bienestar desde las ideas de solidaridad, justicia, igualdad, oportunidad y dignidad.

Que el partido sea una casa habitable, cómoda y transparente, que nuestras ideas y propuestas puedan recorrer con comodidad, flexibilidad y agilidad el camino de arriba hacia abajo y todavía mejor de abajo hacia arriba, que aprendamos un modelo del S.XXI capaz de dar el salto cualitativo desde el partido del XIX, y que ese modelo se extienda y se afiance territorio a territorio, agrupación a agrupación, es el punto de arranque desde el que podremos evaluar si hemos sido capaces de limpiar los errores, de perdonar, hacernos perdonar y perdonarnos, y de construir esa utopía renacida que como siempre mirará ese lugar feliz que queda un paso más allá del Arcoiris.
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