viernes, noviembre 21, 2014

PATERNALISMO SANITARIO CON RECETA



Hace ya muchos, muchos años, ya casi 40, me diagnosticaron una alergia a los ácaros del polvo y a cierto hongo cuya presencia se relacionaba con la humedad ambiental. Como tantas otras alergias, se manifestaba esta vieja amiga en forma de rinitis, picazón y enrojecimiento de ojos y, la peor parte, crisis de asma. A parte de recomendarme que me mudara a Palencia (al parecer a los ácaros no les mola el clima castellano) y paciencia, y de intentar una vacuna que no tuvo demasiados efectos positivos, el médico de entonces (confirmado por los del medio y por los de ahora) me recetó un inhalador para las crisis asmáticas llamado Ventolín.

El Ventolín provoca la dilatación de los bronquios, de tal manera que te permite, si detectas la crisis, evitarla (y con tanta experiencia, ya se imaginarán ustedes que uno tiene clarísimas las señales) y si la crisis irrumpe solucionarla de la manera más rápida posible. Y os puedo asegurar que aunque duren segundos, una crisis asmática fuerte es una eternidad de angustia. En su dispensa farmacéutica, estaba previsto creo que desde siempre que se precisaba receta médica, pero en la práctica y durante tantos años jamás me la habían pedido hasta hace dos semanas. Parece que las inspecciones se están endureciendo y que el Ventolín ha entrado en el club de la droga dura.

Lo descubrí en medio de una crisis, más o menos ligera pero bastante evidente, en la que a pesar de mis jadeos en una farmacia se negaron a proporcionarme el tubito salvador. Confirmé más adelante el descubrimiento en dos farmacias digamos amigas, donde me explicaron el problema de las inspecciones. Así que si como supongo mis reservas se terminan este fin de semana (llevo un noviembre complicadillo) , tendré que ir a saturar (todavía más) el servicio de Urgencias o en el mejor de los casos esperar al martes o miércoles para conseguir la maldita receta de mi médico de cabecera. Al coste de un par de horas de trabajo, claro está. 

Según lo que leo en los decretos y normas sobre medicamentos con prescripción, la exigencia de receta no se basa en general en que nos encontremos ante peligrosos estupefacientes o drogas alternativas a las de consumo habitual, sino en que según nos cuentan su mala administración podría provocar problemas varios o su abuso restar eficacia al mejunje. Es decir, una explicación que encaja de lleno en el problema político y filosófico del llamado Paternalismo : un estado que nos trata como a menores de edad, incapaces de actuar con racionalidad en nuestro propio provecho. No tengo ningún interés especial en ponerme de Ventolín, no se trata ni de un capricho ni de un chute. Sobre todo no me apetece nada que un fármaco que me ha acompañado con tanta eficacia durante tanto tiempo pierda su eficacia. No soy adicto ni nada que se le parezca, como pueden demostrar las largas, a veces larguísimas, temporadas sin inhalación alguna. Y de verdad que me toca mucho las narices tener que atravesar los peligrosos otoños y otros posibles tramos de riesgo dependiendo de la cercanía de un médico para poder adquirir un producto que me resulta imprescindible y que llegado un caso extremo podría llegar incluso a salvarme la vida. 

Pero como no queda otro remedio, me haré con la receta, intentaré que sea una de esas electrónicas y seguiré consumiendo Ventolín cuando lo precise, con la misma racionalidad, con el mismo sentido común de estos años.

Eso sí, dejo por escrito que si en algún momento una crisis fuerte de asma me provoca algún accidente, me hace sufrir alguna consecuencia, desde aquí exijo que se pidan responsabilidades a esa ministra estúpida e incompetente y a los directivos a su servicio. Porque ya que sea Ana Mato la que me trata a mí como a un débil mental me parece el colmo de los colmos.

lunes, noviembre 17, 2014

CASUALIDADES "DE CINE"



Se encuentra la Filmoteca Regional de Cantabria desarrollando un ciclo en homenaje al cántabro Jesús Garay, un ciclo en el que se revisa la mayor parte de su filmografía y en el que los primeras carteles anunciaban para el jueves 20 la proyección de Manderley, presentada en su día como "Una tragicomedia gay de Jesús Garay" y protagonizada entre otros por el mítico Ocaña.

Apuntada en la agenda (era yo muy chico cuando se estrenó, era más que improbable que una película del entorno underground llegara a Reinosa y además, si la memoria no me falla, recibió aquella peculiar clasificación "S") caigo en la cuenta durante uno de los paseos caninos que con frecuencia me llevan a recorrer la calle Bonifaz de que al renovarse la cartelería de la Filmoteca ha desaparecido como por arte de ensalmo "Manderley". Me choca, porque ni siquiera aparece el título corregido y enmendado, Simplemente, parece que no llegó a la imprenta. Empiezo a pensar que tal vez haya sufrido alucinaciones cuando en el mismo paseo recuerdo que unos meses antes me ocurrió lo mismo con la triunfadora de Cannes La vida de Adèle y todavía un poco más atrás con la británica Weekend , cuyo cartel ocupó todo un mes el espacio publicitario de la institución cultural. El mismo caso en ambas, aparecieron en el avance del mes siguiente con las fechas del pase detalladas y ambas desaparecieron misteriosamente cuando ese avance daba paso al cartel con el programa definitivo. Como esto es Santander y nos conocemos casi todos, expresada mi perplejidad en un grupo de conocidos alguien recuerda que me falta en la lista otro título de idéntica aventura: Una habitación en Roma.

Claro, todo el que haya tenido en sus manos la responsabilidad de programar un ciclo cultural cualquiera sabe que hay riesgo de que de tanto en tanto algunas circunstancias no previstas provoquen una cancelación u obliguen a una sustitución. De hecho, ha habido más bajas, en general aplazadas que no suprimidas, entre las películas anunciadas. Pero no deja de llamar la atención una coincidencia entre los cuatro títulos mencionados: las cuatro películas centran su argumento en las relaciones gays o lésbicas (dos y dos) y en las cuatro aparecen escenas de sexo más o menos explícito.

Dado que considero fuera de toda sospecha a la Filmoteca, que ya ha mostrado en público su decisión de exhibir estos títulos me pregunto : ¿Habrá un extraño virus en las distribuidoras cinematográficas que deteriore todas las copias disponibles de las películas con ambas características, temática lgtb + sexo explícito, o simplemente las afectadas por la primera parte del binomio?  ¿No será más bien que el peligroso virus de la lgtbfobia ha infectado las neuronas de nuestras autoridades culturales? 

Y es que tal vez no sea demasiado arriesgado recordar que de los mantras que definen la ideología del Partido Popular, liberal-conservadores inspirados en el humanismo cristiano, poco vemos en la sucursal cántabra ni del adjetivo liberal ni de lo que podría vincularles con las democracias cristianas europeas, escindidos sus miembros más señeros entre los posibilistas sin ideología alguna y los conservadores tirando a rancios y ultras. Es más, si esas señas de identidad son generales en el gobierno de Ignacio Diego, se acentúan en la cúpula responsable de la Consejería de Educación, Cultura y Deporte.

Porque dos veces es casualidad, tres pista, cuatro un patrón claro como para pensar que algunos temas resultan escandalosos para las pías jerarquías culturales de Cantabria y que se ha decidido ejercer férrea censura. En concreto sobre dos grandes cuestiones: homosexualidad y aborto. 

Pero claro, seguro que ustedes más bien van a pensar que yo soy un poco paranoico, y que no es para tanto, y que habrá explicaciones evidentes que a mí se me escapan o rechazo por mi propia perversidad esencial. O que, en fin, las casualidades son casualidades. 
Licencia de Creative Commons
Un Santander Posilbe by Regino Mateo is licensed under a Creative Commons Attribution-NonCommercial-NoDerivs 3.0 Unported License.
Based on a work at unsantanderposible.blogspot.com.